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lunes, 19 de octubre de 2020

¡Quiero mi identidad! Una guía para profesores inclusivos


Cuando miramos el DNI, nos encontramos con una clasificación de las personas en base a dos “sexos”: masculino (M) y femenino (F). Puede resultar curioso, pero no pone Hombre y Mujer. No. Pone sexo masculino y sexo femenino. Esto debería suscitarnos una primera duda… ¿es lo mismo masculino que hombre y femenino que mujer? ¿O masculino no, pero sexo masculino si es lo mismo que hombre y, por analogía, femenino no, pero sexo femenino si es lo mismo que mujer?

Por otro lado, cabe resaltar que esta clasificación se ha realizado atendiendo a criterios basados en la animalidad del ser humano. Sin embargo, no escucho hablar de perros masculinos y perros femeninos.

Por otro lado, en muchas leyes, se contemplan aspectos como la igualdad de género. La palabra género nos inunda, se escucha en todos los lados. Hablamos de géneros de las películas, de los libros. Hablamos del genero como una categoría taxonómica en la clasificación de los seres vivos. Incluso, probablemente hemos hablado o hayamos escuchado hablar del género humano. Pero… ¿qué es el género? Como suelo acostumbrar, acudiremos a la definición de la RAE para intentar encontrar una respuesta a esta cuestión:


1.- Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.

2.- Clase o tipo al que pertenecen personas o cosas.

3.- Grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.

4.- En el comercio, mercancía.

5.- Tela o tejido.

6.- En las artes, cada una de las categorías o clases en que se puede ordenar una obra según sus rasgos de forma y contenido.

7.- Taxón que agrupa a especies que comparten ciertos caracteres.

8.- Categoría gramatical de sustantivos y pronombres.

 

Obviamente, de poco sirven las definiciones 4-8 en este contexto. La primera acepción podría dar lugar a un interesante debate. Sin embargo, no pretendo alargarme en exceso en esta entrada. Con respecto a la segunda, parece hacer referencia al nombre de una clase al que pertenecen tanto las cosas como las personas. Por lo tanto, podría deducirse que viene a reflejar a un grupo de personas que comparten algunos aspectos comunes. Pero no esclarece nada.  La tercera acepción, sin embargo, ya hace una referencia explícita a que las características están ligadas con el “sexo biológico”. Sin embargo, es una visión mucho más orientada a aspectos socioculturales. Por lo tanto, aunque es una perspectiva de género binarista, ya pone sobre la mesa la idea de género como un aspecto sociocultural.

Y la RAE, como no, viene cargadita de transfobia. Reconoce la existencia de dos géneros: hombre y mujer, en base a unas características que denomina “sexo biológico”. Es decir, en otras palabras, para ser claros: si tienes unos genitales u otros. Porque, aunque si ha admitido como palabra intersexual e intersexualidad, la forma tan horrible en la que lo define da para hablar largo tiempo.

Retomando lo que estaba comentando, para la RAE, solo hay dos géneros, muy ligados a aspectos corpóreos, aunque reconozca la realidad sociocultural. Sin embargo, puede resultar bastante llamativo que está asociando directamente al hecho de tener un cierto cuerpo una realidad social determinada. Y eso es, sin lugar a ninguna duda además de atrevido, falaz. Aunque pueda dar para muchas más entradas, no puede negarse que la realidad de muchas mujeres cis a lo largo de la historia se haya podido ver marcada por su corporeidad. Resultaría completamente injusto negar que ciertos aspectos de misoginia vengan condicionados por cánones o asuntos corporales. Sin embargo, me gustaría resaltar que esto no es solamente un problema que haya afectado a personas cis. Es probable que a lo largo de la historia se haya dado mayoritariamente esa realidad. Pero eso es, sin lugar a ninguna duda, reflejo de la poca visibilización de las personas trans. Si, hablo de trans, no de transexuales ni transgénero (esto lo resaltaré muchas veces, a ver si va poco a poco calando en nuestro vocabulario). Por lo tanto, no se puede asociar ser víctima del machismo y de la misoginia solamente a aspectos corporales.

 

Los problemas políticos y sociales no son problemas con una sola variable. Hay que tener en cuenta muchos más factores. Las mujeres trans también sufrimos misoginia por aspectos corporales.


Bandera Trans

Además, los comportamientos machistas vienen dados por la idea de superioridad del hombre sobre la mujer, perpetuada por la acción de un sistema patriarcal. Y es un asunto que trasciende mucho más allá de lo corpóreo.

Hablando desde la propia experiencia, si, yo también he sido víctima de comportamientos machistas y misóginos. Mi cuerpo, que he decidido no modificar (no tenía por qué contarlo, pero la verdad es que no me importa en absoluto) no ha sido una ventaja a la hora de vivir en condiciones de igualdad. Os sorprendería el rechazo que puedo recibir constantemente por tener un cuerpo que me gusta. Parece que me tengo que sentir mal y rechazarlo por narices. Y es que el problema no es tanto el cuerpo concreto, sino que se adapte o no a unos cánones.

 

Cualquier cuerpo de una mujer (cis o trans, con o sin operaciones estéticas) será rechazado sistemáticamente por hombres si no encaja dentro de sus cánones, de sus deseos. Esas son las consecuencias del patriarcado.

 

Este es solo un ejemplo de machismo entre muchos. Sin embargo, he querido resaltarlo, ya que sé que es uno de esos aspectos en los cuales la gente no suele reparar, y de lo que tanto nos acusan a las mujeres trans algunas personas trans-excluyentes que se hacen llamar feministas (las mal llamadas TERF). Un caso claro de transfobia que pasa desapercibido si no la totalidad de las veces, si en un porcentaje muy elevado.

Hay muchos casos de transfobia añadidos: la idea de que si no tienes disforia no eres una persona trans, si no sigues unos roles de género entonces estás engañando al mundo al reivindicar tu género, si eres mujer trans las lesbianas y los heteros te rechazan porque “la atracción es hacia los genitales y es cuestión de gustos”, la idea de que nos creemos de un género, no que somos, la invisibilización constante en todos los medios, la impunidad ante maltratos y asesinatos tránsfobos, etc. Sin embargo, esta entrada no tiene como objetivo explicar todo esto en profundidad, sino dar a conocer esta realidad de forma resumida, para llevar a cabo una reivindicación final y una propuesta muy interesante a todo el personal docente.

 

Por otro lado, es importante comentar la importancia que tiene el lenguaje utilizado. La visibilización de las diferentes realidades, darlas a conocer, es clave para poder erradicar cualquier atisbo discriminatorio.

 

Las cosas que no tienen un nombre parecen no existir. Y las cosas que nunca se dicen no existen. Por lo tanto, el tema de abogar por un lenguaje que no deje de lado a nadie, que no eclipse ninguna realidad, y que permita situar a todas las personas en un mismo nivel de derechos es fundamental. Con respecto a este asunto, podría también hablar largo y tendido. Sin embargo, no pretendo aburrir demasiado.

En este tema quería resaltar algunos aspectos: debe dejarse de utilizar el término transexual y transgénero. Aunque ambos son erróneos, urge mucho más dejar de usar la etiqueta transexual, patologizante. La OMS ya sacó del DSM la “situación de transexualismo”, dejándola de considerar una enfermedad mental. Sin embargo, a día de hoy, figura como un trastorno: “la disforia de género”.1  Además, deben eliminarse las viejas etiquetas MTF (male to female) y FTM (female to male), que dan a entender que ha habido un paso de ser de un genero a ser del otro, cuando en bastantes casos no es así (excepto en personas de género fluido). A mayores, etiquetas como travesti, que no tienen que ver con la realidad trans (aunque se que en otros países las usan, y aquí en España se usaban antiguamente) son erróneas. Entiendo el trasfondo cultural y contextual de esta palabra, pero es errónea. Cabe añadir que también debe dejarse de creer que el tema de la identidad de género es una ideología, porque nada tiene que ver con eso. No es una creencia, no es una opinión, no es un gusto ni un fetiche, no es una decisión. Es una REALIDAD.

 

Por otro lado, es de suma importancia empezar a visibilizar que el género NO ES BINARIO.

 

Hay personas que no están inscritas dentro del binomio hombre/mujer, y que son, obviamente, IGUAL DE VÁLIDAS. Empezar a visibilizar a las personas no binarias (asunto totalmente pendiente para el Estado, que no reconoce A NINGUN GÉNERO FUERA DEL BINARISMO), es una responsabilidad, y digo más, una OBLIGACIÓN MORAL de todos. NO podemos permitir que no se reconozca ningún género más allá hombre/mujer civilmente, y NO podemos permitir que socialmente se invisibilice, a veces de forma totalmente intencionada, o que incluso se ejerza una violencia sistemática contra todas las personas que se encuentran fuera del sistema binario.


Bandera No Binaria


Por último, como no quiero tampoco que aquí nadie se vuelva experto en teorías sobre el género, ni en conocer todas las identidades (QUE NO IDEOLOGÍAS), no me extenderé más en esto. Eso sí, no quiero cerrar esta pequeña introducción sin antes reivindicar el uso de los nombres reales, no de los deadname (o nombres no reconocidos como propios de los géneros adecuados en las palabras, y de los pronombres adecuados. De este modo, aunque la RAE no se muestra muy receptiva (en parte por falta de información de calidad y, por otro lado, por pura transfobia) los pronombres que deben utilizarse son el, ella y elle. Del mismo modo, las palabras con carga de género pueden acabar en -o, en -a o en -e (aunque nuevamente, sigan sin reconocerlo). Y es que la RAE no sabe realmente nada de lo que es una lengua (ya lo comentaré en otras entradas, y siento mucho si te sientes ofendido por esto que he dicho, pero tengo argumentos de mucho peso para afirmarlo y reafirmarlo las veces que sean). Quiero poner de relieve que, aunque en primera instancia pueda pensarse que el pronombre “él” va referido a los chicos, el pronombre “ella” a las chicas, y el pronombre “elle” a les chiques (y, por lo tanto, no binaries), esto no es totalmente cierto. Si bien, al menos desde mi conocimiento, en muchos casos hay una correspondencia directa entre pronombre-género, otras veces esto no ocurre. También quiero resaltar que existen personas que utilizan dos o incluso los tres pronombres sin distinción alguna. Aunque este tema sea complicado, -y yo misma deba reconocer que no entiendo realmente esos casos donde no existe esa correspondencia género-pronombre-, no voy a caer en lo que yo tanto crítico, que es invalidar una realidad por desconocimiento.

Aunque ya hablaré más sobre géneros no binarios, quiero destacar una aclaración muy importante: cuando hablamos de personas no binarias o de géneros no binarios, no estamos haciendo referencia a un único género posible.

 

Dentro del espectro no binario existe una amplia variedad de géneros con nombre propio.

 

Por lo tanto, si queremos ser realmente inclusivos (y esto implica, por definición, con todo el mundo), debemos preguntar a las personas cuál/es es/son su/s género/s y cual o cuales son sus pronombres, y no asumirlos en base a factores puramente físicos o estéticos. Ser inclusivos es una labor de todos, y no debería ser una elección, sino un deber. Básicamente, porque entra dentro de los derechos fundamentales el ser reconocido como un igual.

Además, cabe señalar que debemos dejar de confundir, por un lado, el lenguaje inclusivo (el que incluye de forma explícita o implícita a todos los pronombres) y el neutro (elle) y, por otro, dejar de utilizar el binarismo el/ella en cada palabra (ejemplos: los chicos/as, los chicos y las chicas, los niños y las niñas, los hombres y las mujeres, etc.). Este tema ya le trataré un poco más a fondo en otra entrada (el falso lenguaje inclusivo).

En cuanto al ámbito académico y escolar (uno de los cuales me suscita un especial interés por mi vocación docente), los profesores tenemos la obligación moral de tratar a todos sus alumnos por igual, sin distinción. Los docentes debemos crear un clima de aula que sea seguro e inclusivo para todos. Por esa misma razón, antes de asumir las listas como verdades irrefutables (dándonos cuenta que hay personas que pueden tener dificultades en sus cambios de nombre registrales y en cuanto al género con el que se registran en la lista), los profesores debemos aprender a preguntar uno a uno a nuestros alumnos cuál/es es/son su/s genero/s,  su/s pronombre/s y su nombre real (repito, nombre real, que no el deadname).

Una ficha posible de presentación puede ser la siguiente que, además, debería ser en primera instancia anónima, por si alguna persona en cuestión no quiere decírselo a todo el grupo de la clase, etc. no exponerla públicamente:

 

FICHA DE PRESENTACIÓN ANÓNIMA

En esta ficha simplemente pretendo que te des a conocer siempre que desees para poder tratarte conforme a tu nombre, género y pronombres reales. ES TOTALMENTE ANÓNIMA. Si no quieres contestar, no es necesario, pero tendré que dirigirme a ti como pone en lista, ya que no me quedará más remedio. En cualquier caso, si así fuera, no te sientas mal por ello ni excluido/a/e, y ten en cuenta que puedes acudir a mi en cualquier momento del curso para pedirme que modifique tu nombre y/o género/s y/o pronombre/s. Si deseas contestar, pero no quieres que use ese/esos pronombre/s públicamente, por favor, házmelo saber, diciéndome cuál es el/los pronombre/s y el nombre con los que deseas que me dirija a ti.

 

- Nombre (escribe tu nombre real, no te preocupes por tu nombre registral si no le has conseguido cambiar aún): _____________________.

 

- Género/s (no te preocupes por tu DNI si no lo has conseguido modificar aún):

__________________.

 

- Pronombre/s: __________________.

 

OBSERVACIONES (escribe aquí todo aquello que consideres oportuno que deba saber):

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Observación: Utiliza esta misma ficha si lo consideras necesario.




1 Mas Grau, J. 2017. "Del transexualismo a la disforia de género en el DSM. Cambios terminológicos, misma esencia patologizante". Revista Internacional de Sociología 75(2):e059. doi: http://dx.doi.org/10.3989/ris.2017.75.2.15.63

 


lunes, 12 de octubre de 2020

¿Instruir para aprobar o educar para vivir?


La RAE define educación como la acción o el efecto de educar. Además, entiende educación como la instrucción por medio de la acción docente. Las demás acepciones no tienen relación con este ámbito, ya que se refieren a la crianza y a la cortesía.

La primera acepción nos puede dejar bastante desorientados: ¿recordáis cuando nos decían en el cole que lo definido no debe entrar nunca en la definición? Pues la RAE, entre otras cosas, es una experta en esto.

Para poder entenderla mejor, debemos acudir, por lo tanto, a la definición de educar. Así, nos encontramos con varias entradas:

1. Dirigir, encaminar, doctrinar.

2. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.

3. Perfeccionar o afinar los sentidos.

Y otras dos, nada relacionadas con el tema en cuestión.

De este modo, podríamos decir que se entiende como definición aceptada de educación al acto de educar, es decir, de dirigir, encaminar, desarrollar y/o perfeccionar las facultades intelectuales y morales.

Sin embargo, en esta definición, en ningún momento se hace alusión por parte de quien se lleva a cabo esta actividad educativa. La segunda acepción si hace referencia al sujeto que realiza la acción: el docente. Sin embargo, destaca que la actividad del profesor es instruir.

De este modo, si queremos entender bien que es lo que la real academia pretende decirnos que debe hacer el docente, tenemos que acudir nuevamente al diccionario y buscar la definición de instruir.

Se entiende por instruir como enseñar, comunicar sistemáticamente ideas, conocimientos o doctrinas.

Por lo tanto, si hacemos caso estricto a lo que dice la RAE que es la actividad docente, nos ceñiremos al acto de instruir y, por lo tanto, de comunicar ideas y conocimientos (es decir, de enseñar, de indicar, mostrar, exponer).

En mi opinión, muchos profesores siguen muy bien las instrucciones de la RAE, ya que es una actividad que se hace a la perfección. Sin embargo, lo que no se hace tan a la perfección es transmitir valores, conocimientos y experiencias útiles para la vida en sociedad.

La definición de educación como la acción de educar no es errónea per sé, ya que, aunque pueda parecer una perogrullada (que lo es), no es falso. El problema radica en que señala que la educación que realiza el docente es instruir. Sin embargo, en mi opinión, la educación en las escuelas debe ser algo mucho más profundo, transversal, que ocupe todos los ámbitos posibles, ya que los alumnos en el mundo se van a tener que enfrentar con realidades y situaciones muy diferentes y, además, debe se eminentemente práctica. La vida es una constante práctica, un constante hacer y resolver de forma material y no solo intelectual.

Por lo tanto, si educar es algo mucho más amplio, y la educación es la acción de educar, por lo tanto, se debe entender la educación como el acto de transmitir conocimientos útiles para la vida, que abarquen el mayor número de ámbitos posibles, desde una perspectiva teórica, pero con una gran carga práctica, que sea coherente con la actividad vital propiamente dicha, la realización de actividades. Además, no debe olvidarse que la vida misma lleva implícita socialización. Por lo tanto, la educación no debe centrarse solamente en desarrollar habilidades y conocimientos para realizar con éxito las diferentes actividades y enfrentar de manera más eficiente los problemas, sino que tiene que interesarse por la interacción con los demás desde una perspectiva de respeto. De este modo, es condición necesaria la educación en valores. Es cierto que la RAE hace alusión a educación como el acto de perfeccionar las facultades morales, pero en ningún momento señala que sea actividad del docente.

Se que podríais acusarme de intentar sacar punta a la cuestión: “Si no especifica quien debe realizar la acción, no excluye a los profesores de ello”. Y es cierto, no os lo voy a negar, pero tampoco podéis decirme que no os llama la atención que se destaque la educación como la acción de instruir por parte del docente, pero que no se haga mención a una actividad docente educativa desde una visión más amplia.

Desde mi punto de vista, el problema radica en que socialmente está muy asumida la idea de que los niños van a la escuela a aprender contenidos curriculares, y no a formarse en valores morales, a crecer como personas.

Si no sois amigos de los grandes textos, aquí os dejo un resumen de lo que es para mí la educación: “La educación es el acto de educar, entendiendo esto como la transmisión de conocimientos tanto teóricos como prácticos en materias curriculares y extracurriculares, todas ellas orientadas a los diferentes ámbitos de la vida. Asimismo, educar debe ser una actividad transversal e integral, teniendo como objetivo necesario la transmisión de valores, con el objetivo de hacer crecer a los alumnos como personas respetuosas, libres y sin prejuicios”.

Con respecto a estos valores, podríamos estarnos horas y horas hablando de ellos. Sin embargo, esto no quita de que no podamos reflexionar un poco sobre ellos. En primer lugar, deseo llevar a cabo un comentario resumido de cuales son aquellos que los sondeos muestran que los jóvenes destacan para, posteriormente, dejar constancia de cuál es mi opinión acerca del tema.  

En el informe Jóvenes españoles 20101 de la Fundación SM, caben destacar como principales conclusiones que los aspectos a los que más importancia dan los jóvenes son:

1. La familia, la salud y los amigos y conocidos.

2. Un 46,3% de los jóvenes no confían en un futuro prometedor para ellos.

3. El 42% consideran que la naturaleza resiste el impacto de los países desarrollados.

4. Más del 50% de los jóvenes o no confían en la gente porque piensan que no les importa mucho lo que les ocurra a los demás.

5. Más del 80% no pertenece a ningún tipo de asociación u organización.

6. El 56,5% no muestra interés en la política porque consideran que no le afecta en nada directamente.

7. Los jóvenes desean emanciparse, pero de forma tardía. Antes quieren irse a vivir con su pareja.

8. Dan mucha importancia a las infidelidades.

9. Los jóvenes desean tener hijos con sus parejas, pero como un objetivo a largo plazo.

10. La religión no ocupa un lugar importante en sus intereses, aunque más de un 50% se consideran católicos.

11. Salir a discotecas, bares, cafeterías o ir al cine son actividades que los jóvenes consideran muy importantes.

12. Las mujeres son más aficionadas a ir de tiendas y leer, mientras que los hombres juegan más a videojuegos (desde una perspectiva muy binaria, como acostumbran todos los sondeos, problema que empieza a ser hora de solucionar…).

13. El número de jóvenes que valoran como importante o muy importante salir a beber alcohol es de casi el 27% (en 2010), más de cuatro puntos por debajo de los resultados de los sondeos de 2004.

14. El uso del móvil ha pasado de mayoritario a prácticamente absoluto, se ha duplicado el porcentaje de jóvenes que usa el ordenador a diario y la principal utilidad de las redes sociales es pasar el raro y hacer amigos.

15. El 77% de los jóvenes extranjeros consideran que los inmigrantes deben adaptarse a la cultura de los españoles, aunque consideran que debemos respetar todas sus costumbres siempre y cuando no sean anticonstitucionales. La mayoría de los jóvenes inmigrantes aceptan que los inmigrantes quitan el trabajo a los españoles.

16. Los principales problemas de los jóvenes inmigrantes son el paro (el 86%), el racismo y la xenofobia (76%), la violencia juvenil (72%), la falta de futuro y la calidad del empleo (70%).

17. El porcentaje de jóvenes inmigrantes creyentes es mayor que el de los españoles (81% frente al 53,5%).

En mi análisis de los resultados obtenidos de este sondeo, me llama la atención que los jóvenes, a pesar de estar en etapas complicadas como la adolescencia, valoran a su familia tanto como a sus amigos. Además, me resulta curioso la importancia que le dan a la salud. Sin embargo, esta importancia que se le da a la salud no se si es un espejismo, era palabrería, o es que, en la actualidad, diez años más tarde, esto ha cambiado drásticamente. Sin embargo, no considero a los jóvenes menos concienciados con la salud que a los adultos. Es más, en muchas ocasiones, creo que los jóvenes son más racionales con el tema de los cuidados y la prevención de riesgos.

Resulta llamativo que casi la mitad de los jóvenes no confíen en tener un futuro prometedor. Esto me parece realmente preocupante, ya que puede desembocar en falta de motivación y, por lo tanto, en peores resultados académicos. Además, me parece que es un indicador de fracaso general como sociedad.

Cada vez son menos participativos en actividades sociales y no confían en los demás. Este aspecto me parece muy triste, y considero que es nuevamente un gran fracaso social. Puede esta ser una de las razones por las cuales, cada vez más, se aboga por la individualidad por delante de lo colectivo.

Con respecto a los proyectos de pareja de los jóvenes, muy probablemente en la actualidad hayan cambiado significativamente, ya que han aparecido nuevas formas de relacionarse (por ejemplo, el poliamor) y se está optando cada vez más por el no compromiso.

El tema de la infidelidad, probablemente, siga siendo una preocupación importante en los jóvenes, y uno de los asuntos que más puedan dañar psicológicamente a estos. Los sentimientos de rechazo parecen ser cada vez más fuertes y generar mayores impactos psicológicos.

Con respecto a la forma de socialización, probablemente ahora los jóvenes hacen más uso aún de las redes sociales. Sin embargo, en las actividades que se realizan fuera del domicilio, siguen siendo muy importantes las salidas a discotecas, cines, cafeterías y bares como formas de diversión.

Por último, y no por ello menos importante en absoluto, quiero destacar el problema de los jóvenes inmigrantes en nuestro país. Los porcentajes en cuanto a oportunidades son realmente vergonzosos. Con respecto a la extendida creencia rancia de que los inmigrantes nos quitan el trabajo, resulta llamativo que haya llegado hasta el punto de que ellos mismos lo creen. Esto, no cabe duda, de que es un nuevo fracaso como sociedad, y un claro ejemplo de la supremacía que ejercemos sobre las personas inmigrantes (en muchos casos, sobre personas racializadas), aunque haya quienes se crean que el racismo es un problema ya solventado…

Una vez expuestos estos resultados, y tras haber realizado un análisis de ellos, quiero exponer cuales son, desde mi punto de vista, los valores que yo considero más relevantes. No pretendo clasificarlos en una jerarquía muy concreta, ya que me parece injusto y complicado, sino en grandes bloques.

En primer lugar, educar en valores por la igualdad, la equidad, la diversidad y la inclusividad. Educar en la diversidad sexual, racial, cultural, de género, identidades, etc. Deshacer de falsos prejuicios, con una máxima clara: respetar los derechos humanos. Además, concienciar de la importancia de la salud, las formas de vida saludables, y asesorar sobre formas de ocio y de diversión saludables. Esto es un tema muy amplio del cual estaré encantada de hablar en otras entradas posteriores.

Por otro lado, creo relevante educar en formas de resolver conflictos evitando la violencia, y sobre técnicas para saber sobrellevar ciertos ataques psicológicos. Debemos resaltar la importancia de la salud mental y educar en que los problemas de salud mental deben tenerse realmente muy en cuenta, y no creernos que son formas de llamar la atención o que se solucionen dando un paseo.



Además, es importante educar en valores familiares, remarcar la importancia del trabajo, promover una cultura del esfuerzo, pero no por ello caer en tópicos productivistas que pretenden resaltar que la validez de las personas está íntimamente relacionada con su capacidad de hacer.

Por último, a pesar de que soy consciente de que faltan muchas cosas por hablar, y que podría llenar páginas y páginas hablando de esto, simplemente comentar un aspecto: la importancia de desarrollar la inteligencia emocional y afectiva. Educar a los jóvenes para que sepan gestionar sus emociones, y para que sepan relacionarse de una manera sana, no tóxica con los demás, tanto en ámbitos de amistad como de amor. Es importante que los jóvenes sepan valorar sus relaciones y cuidarlas.

 

 

1 “Jóvenes españoles 2010”. Dosier de prensa. Juan María González-Anleo Sánchez, José Antonio López Ruiz, Maite Valls Iparraguirre, Luis Ayuso Sánchez y Gonzalo González Sanz. Dirección y coordinación: Juan González-Anleo y Pedro González Blasco. Editorial: Fundación SM. ISBN:  978-84-675-4474-9.


¡OH, MI YO!

¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven, del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas de necios. De...