jueves, 1 de octubre de 2020

El sistema educativo español: ¿Es realmente tan malo cómo los datos reflejan?


Es bien conocido que el sistema educativo español muestra en sus datos resultados muy poco alentadores. Países como Corea del Sur o Finlandia tienen cifras de éxitos que se sitúan a años luz de nosotros. Sin embargo, una de las cuestiones clave pasa por preguntarnos lo siguiente: ¿Cuáles son las diferencias entre nuestro sistema educativo y el suyo? Y también: ¿Qué diferencias culturales existen entre ambos países? ¿Es realmente tan grande la brecha como para no poder aplicar aquí estrategias similares para mejorar los resultados? 

Hablo de estos dos países porque, pese a que ambos tienen resultados muy similares, muy por encima de nosotros, sus sistemas se basan en estrategias y valores muy diferentes entre sí. En Corea del sur prima el esfuerzo ante todo. Su idea central radica en que un gran esfuerzo lleva consigo unos grandes resultados. Por lo tanto, ser exitoso depende de la capacidad de trabajo duro. Cabe resaltar que en este país la educación está muy valorada: tanto las familias como el Estado y los profesores reman en una misma dirección. Sin embargo, a pesar de sus buenos resultados, y de su filosofía, desde mi punto de vista positiva de la cultura del esfuerzo y el valor del trabajo, resalta que para ello inviertan cifras desorbitadas de horas diarias (unas 12h/día). Esto demuestra que no es una cuestión de inteligencia, sino de tiempo. Pero estar 12 horas al día es realmente preocupante, poco efectivo, y puede tener otros efectos negativos en la sociedad. Así, los jóvenes apenas pueden disfrutar de tiempo para realizar otras actividades, descubrir mundo, descubrir gustos y conocerse a sí mismos y a los demás. 

En las antípodas de este modelo se encuentra Finlandia. Con resultados similares, apenas requieren de 5h/día. Una de las claves de su sistema educativo se basa en la motivación del estudiante. Además, el profesor pasa de ser una persona que imparte conocimientos de forma exclusiva para convertirse en un validador de experiencias. Esto, como es lógico, requiere de profesores que realizan un esfuerzo titánico. Este sistema presenta ventajas muy interesantes, como la posibilidad de realizar otro tipo de actividades fuera de lo académico. Sin embargo, quizá no se promueve mucho la idea del esfuerzo. 

En España, a pesar de tener resultados muy diferentes, creo que el sistema educativo logra llegar a un equilibrio racional entre estas dos posturas: por un lado, está bastante inculcada la idea del esfuerzo como forma de lograr objetivos, pero no al nivel de Corea del Sur, con jornadas de estudio más moderadas. Sin embargo, creo que seguimos inmersos en la falsa idea de que cuanto más tiempo mejores resultados. Y es que esto es verdad solamente hasta un límite, ya que la capacidad de aprendizaje, de asimilar y comprender conocimientos se ve fuertemente mermada tras un cierto período de trabajo. 

Por otro lado, la falsa idea de que buenas notas son sinónimo de saber más, de ser más listo y ser más válido. En ocasiones, llegando a un punto capacitista muy preocupante. Las familias y los profesores no están tan ligados como en Corea del Sur, y el Estado deja de lado de una forma realmente muy preocupante a la educación. 

Es cierto que nuestra cultura es muy diferente a la de estos países y que, por lo tanto, aspirar a repetir los mismos resultados de la misma forma no es viable. Es más, quizá ni siquiera son el ejemplo a seguir. Es probable que debiéramos fijarnos en otros lugares como Canadá, con resultados muy satisfactorios, y modelos más equilibrados, donde tanto estudiantes como profesores realizan un gran esfuerzo y están muy implicados. Sin embargo, en España hace falta inversión en I+D y en educación más allá de todos los cambios en la metodología. Hasta que los gobiernos no estén realmente implicados, las mejoras en el sistema educativo van a ser complicadas.

Sin embargo, esto no significa que haya que bajar los brazos. Los profesores deben estar siempre a la última, en constante formación, deben estar motivados, verse implicados en su trabajo, comprometidos, conscientes de la importancia que tienen. Además, deben replanteare su forma de evaluación, y buscar la motivación de sus alumnos. 

En conclusión, en España a pesar de tener un sistema educativo equilibrado en cuanto a la idea de esfuerzo, aún queda mucho trabajo por hacer para mejorar unos resultados que no muestran tendencias de mejoría.



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