Internet ha producido cambios en las relaciones interpersonales y en la forma de creación del conocimiento, entre otros aspectos.
Algunos cambios que han generado las redes son muy llamativos. Un claro ejemplo es la desaparición de la frontera clara entre productores y consumidores, ya que estos últimos pueden convertirse en productores en mayor o menor medida (prosumidores).
Debido a todos los efectos que las redes provocan en la socialización, han aparecido visiones utópicas y distópicas muy contrarias. Los tecnófilos afirman que las TIC proporcionan mayor libertad y nuevas formas de expresión mientras que los detractores ven en estas tecnologías un medio de vigilancia y control, además de un modo de propagación de las consecuencias negativas de la globalización (la estandarización y la homogeneización de las culturas).
Las redes han modificado la manera en las que establecemos relaciones afectivas, románticas, sexuales y laborales. La obligación de accesibilidad constante ha desembocado en una forma tanto de control en las relaciones de pareja como paternofiliales y laborales. Además, han sido acusadas de haber crispado el debate y de la transmisión de bulos. Cabe destacar el hecho de que las redes filtren información en base a algoritmos, ya que alimentan tus propios ideales hasta el punto de radicalizarte.
En el ámbito familiar, las redes y la aparición de los teléfonos móviles hacen más difícil la tarea a los padres a la hora de marcar normas de uso de las TIC y han generado nuevas responsabilidades.
En lo laboral, provocan un aumento en cuanto a las preocupaciones por el trabajo debido al contacto continuo con compañeros y empleadores que dificulta la desconexión. Además, han aparecido técnicas como la gamificación (aplicación de técnicas de videojuegos) que pretenden mejorar la experiencia y rendimiento de los trabajadores, pero que también han sido vistas como una forma de invisibilizar la explotación laboral.
Los juegos educativos y los serious games pretenden educar mediante recursos lúdicos y convierten a los estudiantes en co-creadores, aumentando así su creatividad. Sin embargo, como ha sido comprobado, la sobreexposición a las TIC no resulta eficiente, y puede tener consecuencias muy negativas.1
En mi opinión, las redes sociales, a pesar de ser adictivas, y estar diseñadas de forma que puedan generar la liberación de dopamina, no son el problema. Las personas, como sujetos racionales, debemos tener autocontrol, espíritu crítico y, por lo tanto, ser capaces de decidir en que momento estamos haciendo un buen uso de las redes soiales o, por el contrario, estamos excediéndonos. Personalmente me preocupa el estrés que puede llegar a generar la necesidad autoimpuesta (y probablemente aprendida) de contestar mensajes al instante. ¿A cuántos de vosotros no os ha pasado que estáis pendientes de una persona en alguna situación concreta y pasáis minutos y minutos mirando compulsivamente el móvil hasta que llega su mensaje?¿Cuántos habéis estado cara a cara con amigos y habéis antepuesto contestar un mensaje de texto antes de escuchar a la persona que teníais al lado? Las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea pueden aumentar los niveles de ansiedad y adicción de la población hasta el punto de no saber vivir sin el celular. Y el poblema no solamente radica en eso (que no es poco). Hemos llegado a un punto donde en ocasiones perdemos cualquier atisbo de educación, ignorandonos unos a otros, con el simple pretexto de "esque tenía que contestar un mensaje urgente". Sin embargo, este pretexto no es una simple escusa para evitar que la otra persona se enfade con nosotros. Es realmente un problema más profundo, ya que nos lo tomamos como una obligación (tengo que contestar ya porque tengo el móvil a mano y, por lo tanto, no hay escusa para que la otra persona tenga que esperar). Nosotros mismos nos hemos autoimpuesto estar controlados, lo permitimos y lo nomalizamos a niveles preocupantes. En las relaciones románticas y afectivas hemos cambiado los valores, las preocupaciones, las expectativas. Ahora medimos la calidad de nuestras relaciones en cuanto tardan en contestarnos y en si publican o no fotos con nosotros. Probablemente, esta cultura digital está volviendo borrosos los límites entre lo sano y lo tóxico. Sin embargo, como he comentado con anterioridad, el problema no está en las redes, sino en el uso irresponsable.
Con respecto al asunto de cómo las redes sociales utilizan nuestros datos, no opino que sea un problema intrínseco a ellas. Los creadores nos informan de su política de privacidad. Sin embargo, muchos usuarios, entre los que me incluyo en ocasiones, nos negamos a leerlas (porque nos da mucha pereza...).
Es cierto que el algoritmo por el cual las redes seleccionan la información que nos muestran es un misterio, y que estén diseñadas con el objetivo de enganchar.
Como conclusión, quiero resaltar que no se puede responsabilizar a un medio de un problema tan a la ligera sin antes hacer autocrítica. Debemos educar en un uso respoonsable y también debemos aplicarnos el cuento. Sócrates rechazaba la escritura por considerar que acabaría con la comunicación oral. Más de 2400 años después, las personas seguimos encontrando en ella uno de los medios más potentes para transmitir información. Sin embargo, no hemos renunciado a modos complementarios. Lo mismo fue la radio, la televisión, y lo mismo ocurre y ocurrirá con las TIC.
1Tecnologías
Sociales de la Comunicación. Materiales docentes de la UOC, Modulo Didáctico 3
(pp.1-45). Chapter: La cultura digital. Publisher: UOC. Editors: Daniel López
Gómez.
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